Y el extraño joven se alejó del grupo .
Casi corriendo llegó un hombre de fisonomía risueña, vestido como los naturales del país, con botones de brillantes en la pechera; acercóse á Ibarra, le dio la mano diciendo:
—Señor Ibarra, yo deseaba conocerle á usted; Capitán Tiago es muy amigo mío, yo conocí a su señor padre... yo me llamo Capitan Tinong, vivo en Tondo, donde usted tiene su casa; espero que me honrará con su visita; venga usted à comer mañana con nosotros.
Ibarra estaba encantado de tanta amabilidad ; Capitán Tinong sonreía y se frotaba las manos.
—¡Gracias!—contestó afectuosamente:—pero parto mañana mismo para San Diego...
-¡Lástima! ¡Entonces, será para cuando usted vuelva!
—¡La mesa está servida!— anunció un mozo de café de la Campana. La gente empezó a desfilar, no sin que se hicieran de rogar mucho las mujeres, especialmente las filipinas.
III
La cena
Fray Sibyla parecía muy satisfecho: andaba tranquilamente y en sus contraídos y finos labios no se reflejaba ya el desdén; hasta se dignaba hablar con el cojo doctor de Espadaña, que respondía por monosílabos, pues era algo tartamudo. El franciscano estaba de un humor espantoso , pegaba puntapiés à las sillas que le obstruían el camino y hasta dió un codazo á un cadete. El teniente, serio; los otros hablaban con mucha animación y alababan la magnificencia de la mesa . Doña Victorina, sin embargo , arrugó con desprecio la nariz, pe o inmediatamente se volvió furiosa como una serpiente pisoteada: en efecto , el teniente le había puesto el pie sobre la cola del vestido.
- Pero ¿es que no tiene usted ojos? -dijo.
- ↑ Dice que no lo quiera y eso es precisamente lo que quiere . Frase del llamado español de tiendas que se habla en Manila y Cavite.