pero cobraba, y en esta disposición de ánimo no respetaba a nadie, y con su padre de usted había llegado á cambiar muy duras palabras.
Sucedió que un día mientras daba vueltas á un papel, que en una tienda le habían entregado, deseando ponerlo al derecho, un chico de la escuela empezó a hacer señas á sus compañeros, á reirse y señalarle con el dedo . El hombre oía las risas, y veía la burla retozar en los serios semblantes de los presentes; perdió la paciencia, volvióse rápidamente, y empezó a perseguir a los muchachos que corrieron gritando: ba, be, bi, bo, bu . Ciego de ira y no pudiendo darles alcance, les arroja su bastón que hiere a uno en la cabeza y le derriba; corre entonces à él , le patea, y ninguno de los presentes que se burlaban tuvo el valor de intervenir. Por desgracia pasaba por allí su padre; indignado , corre hacia el cobrador, le coge del brazo y le increpa duramente. Este que , sin duda, veía todo rojo, le vanta la mano, pero su padre no le dio tiempo, y con esa fuerza que delata al nieto de los vascongados... unos dicen que le pegó, otros que se contentó con empujarle; el caso es que el hombre vacilo, cayó a algunos pasos dando de cabeza contra una piedra. Don Rafael levanta tranquilamente al niño herido y lo lleva al tribunal. El exartillero arrojaba sangre por la boca y ya no volvió en sí, muriendo algunos minutos después. Como era natural, intervino la justicia, su padre de usted fué preso y todos los enemigos ocultos se levantaron entonces. Llovieron las calumnias, se le acusó de filibustero y hereje: ser hereje es en todas partes una gran desgracia, sobre todo en aquella época , cuando la provincia tenía por alcalde á un hombre que hacia gala de devoción , que con sus criados rezaba en la iglesia en voz alta el rosario, quizás para que le oyesen todos y rezasen con él; pero ser filibustero es peor que ser hereje y matar tres cobradores de impuestos que saben leer, escribir y hacer distinciones. Todos le abandonaron; sus papeles y libros fueron recogidos. Se le acusó por suscribirse á El Correo de Ultramar y á periódicos de Madrid, por haberle a usted enviado à la Suiza alemana, por habérsele encontrado cartas y el retrato de un ajusticiado sacerdote y ¿qué sé yo más? De todo se deducían acusaciones, hasta del uso de la camisa , siendo él descendiente de peninsulares. A haber sido otro , su padre de usted aca-