Ir al contenido

Página:Noli me tángere (1903).pdf/46

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

des apuros; era rico y su oro oraba por él: para misas y rogativas Dios había criado poderosos y altivos sacerdotes; para novenas y rosarios, Dios, en su infinita bondad, había criado pobres para bien de los ricos, pobres que por un peso son capaces de rezar dieciseis misterios y leer todos los libros santos, hasta la Biblia hebraica si aumentan el pago; y si alguna vez en un grande apuro necesitaba auxilios celestiales y no encontraba á mano ni una vela roja de chino , dirigíase á los santos y santas de su devoción, prometiéndoles muchas cosas para obligarlos y acabarlos de convencer de la bondad de sus deseos. Pero á quien más prometía, y cumplía su promesa, era a la Virgen de Antipolo, Nuestra Señora de la Paz y de Buenviaje, pues con ciertos santos pequeños no andaba el hombre ni muy puntual ni decente: å veces , conseguido lo que deseaba, no volvía á acordarse de ellos, verdad es que tampoco los volvía á molestar, si se le presentaba ocasión: capitán Tiago sabía que en el calendario habla muchos santos desocupados, que acaso no tienen qué hacer allá en el cielo. A la Virgen de Antipolo, además, atribuía mayor poder y eficacia que a todas las otras Vírgenes, ya lleven bastones de plata , ya Niños Jesús desnudos o vestidos, ya escapularios, rosarios ó correas; quizás se debe esto à la fama de ser aquélla una señora muy severa, muy cuidadosa de su nombre, enemiga de la fotografía según el Sacristán mayor de Antipolo, y que, cuando se enfada se pone negra como el ébano, y a que las otras Vírgenes son más blandas de corazón, más indulgentes: sabido es que ciertas al mas aman más á un rey absoluto que á uno constitucional; díganlo Luis XIV y Luis XVI , Felipe II y Amadeo I. Por esta razón acaso se debe el verse también, en el famoso santuario andar de rodillas á moros infieles у hasta españoles; sólo que no se explica el por qué se escapan los curas con el dinero de la terrible Imagen, se van á América у allá se casan.

Aquella puerta de la sala, oculta por una cortina de seda, conduce a una pequeña capilla ú oratorio, que no debe faltar en ninguna casa filipina: allí están los dioses lares de capitán Tiago, y decimos dioses lares , porque este señor más bien estaba por el politeismo que por el monoteismo, que jamás había comprendido. Allí se ven imágenes de la Sagrada Familia con el busto y las extremida-