Que estaba en paz con el Gobierno, no hay que dudarlo, por difícil que la cosa pareciese. Incapaz de imaginarse un pensamiento nuevo, y contento con su modus vivendi, siempre estaba dispuesto á obedecer al último oficial quinto de todas las oficinas, á regalar piernas de jamón , capones , pavos, frutas de China en cualquiera estación del año. Si oía hablar mal de los naturales, él , que no se consideraba como tal , hacía coro y hablaba peor; si se criticaba á los mestizos sangleyes [1] ó españoles , criticaba él también acaso porque se creyese ya ibero puro . Era el primero en aplaudir toda imposición o contribución, máxime cuando olía una contrata ó un arriendo detrás. Siempre tenía orquestas á mano para felicitar y dar enfrentadas [2] á toda clase de gobernadores, alcaldes, fiscales, etc. , etc., en sus días, cumpleaños, nacimiento ó muerte de un pariente, en cualquiera alteración, en fin , de la monotonía habitual. Encargaba para esto versos laudatorios , himnos en que se celebraba al suave y cariñoso gobernador, valiente y esforzado alcalde que le espera en el cielo la palma de los justos (ó palmeta ) y otras cosas más.
Fue gobernadorcillo del rico gremio de mestizos, a pesar de la protesta de muchos que no le tenían por tal. En los dos años de su mando estropeo diez fracs, otros tantos sombreros de copa y media docena de bastones: el frac y el sombrero de copa en el Ayuntamiento , en Malacañang, y en el cuartel; el sombrero de copa y el frac en la gallera, en el mercado, en las procesiones , en las tiendas de los chinos, y debajo del sombrero y dentro del frac, capitán Tiago sudando con la esgrima del bastón de borlas, disponiendo, arreglando y descomponiéndolo todo con una actividad pasmosa y una seriedad más pasmosa todavía. Así que, las autoridades veían en él, un hombre dotado de la mejor voluntad, pacífico, sumiso, obediente, agasajador, que no leía ningún libro ni periódico de España, aunque hablaba bien el español ; le miraban con el sentimiento con que un pobre estudiante contempla el gastado tacón de su zapato viejo, torcido gracias a su modo de andar. – Para él resultaban verdaderas ambas frases cristiana y profana de beati pauperes spiritu y beati possidentes y muy bien