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Página:Noli me tángere (1903).pdf/53

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ba en Pakil : todo fué en vano, hasta que fray Dámaso le aconsejó se fuera á Obando, y allí bailó en la fiesta de san Pascual Bailón, y pidió un hijo. Sabido es que en Obando hay una Trinidad que concede hijos é hijas á elección: Nuestra Señora de Salambau, santa Clara y san Pascual. Gracias a este sabio consejo, doña Pía se sintió madre... ¡Ay! como el pescador de que habla Shakespeare en Macbeth, el cual cesó de cantar cuando encontró un tesoro, ella perdió la alegría, se puso muy triste y no se la vió ya sonreir más. —¡Cosas de antojadizas! decían todos, hasta capitán Tiago. Una fiebre puerperal concluyó con sus tristezas, dejando huérfana una hermosa niña que llevó a la pila el mismo fray Dámaso; y como san Pascual no dió el niño que se le pedia, le pusieron los nombres de María Clara en honor de la Virgen de Salambau y de santa Clara, castigando con el silencio al honrado san Pascual Bailón. La niña creció á los cuidados de la tía Isabel, aquella anciana de urbanidad frailuna que vimos al principio: vivía la mayor parte del año en san Diego por su saludable clima y allí fray Dámaso le hacía fiestas.

María Clara no tenía los pequeños ojos de su padre: como su madre, los tenía grandes, negros, sombreados por largas pestañas, alegres y risueños cuando jugaba, tristes, profundos y pensativos cuando no sonreía. De niña su rizada cabellera tenía un color casi rubio; su nariz, de un correcto perfil, ni era muy afilada ni chata ; la boca recordaba la pequeña y graciosa de su madre con los alegres hoyuelos de las mejillas; su piel teñía la finura de una capa de cebolla y la blancura del algodón al decir de sus enloquecidos parientes, que encontraban el rasgo de paternidad de capitán Tiago en las pequeñas y bien modeladas orejas de María Clara.

Tía Isabel atribuía aquellas facciones semieuropeas á antojos de doña Pia ; recordaba haberla visto muchas veces en los primeros meses de la gestión llorar delante de San Antonio; otra prima de capitán Tiago era del mismo parecer, sólo que difería en la elección del santo; para ella ó era la Virgen ó San Miguel. Un famoso filósofo, primo de capitán Tinong y que sabia el Amat [1] de memoria, buscaba la explicación en influencias planetarias.


  1. La Biblia de Torres Amat, arzobispo de Tarragona.