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NOLI ME TÁNGERE

6 de guingón franciscano, llamado así por Usarlo los frailes. Todos aquellos sagrados hábitos venían del convento de Manila, donde el pueblo los adquiría á prix fixe, si se permite la frase. Este precio fijo podía aumentarse, pero no disminuirse. Además de estos hábitos, vendíanse también otros en el mismo convento y en el monasterio de Santa Clara, que poseían la gracia especial de procurar muchas indulgencias á los muertos que se amortajaban con ellos y la gracia más especial aún de ser más caros cuanto más viejos, raídos é inservibles estaban. Escribimos esto por si algún piadoso lector necesita de tales reliquias sagradas, ó algún tuno trapero de Europa quiere hacer fortuna llevándose á Filipinas un cargamento de hábitos zurcidos y mugrientos, pues llegan á venderse á más de diez y seis pesos.

San Diego de Alcalá iba en un carro adornado con planchas de plata repujada. El santo tenía una expresión severa y majestuosa, á pesar del abundante cerquillo rizado como el de los negritos. Su vestidura era de raso bordado de oro.

Seguía nuestro venerable padre San Francisco y después la Virgen. El sacerdote que iba debajo del palio era esta vez el padre Salví y no el elegante padre Sibyla. Si al primero le faltaba hermoso continente, le sobraba en cambio unción. Llevaba las manos juntas en actitud mística, los ojos bajos y el cuerpo medio encorvado. El coadjutor, de sobrepelliz, iba de un carro á otro agitando el incensario, con cuyo humo regalaba el olfato del cura, que cada vez se ponía más serio.

Así marchaba la procesión, lenta y pausadamente, al son de las bombas, cantos y religiosas melodías lanzadas al aire por las bandas de música, que segufan detrás de cada carro.

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