Página:Noli me tángere (José Rizal).pdf/118

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
116
JOSÉ RIZAL

El padre Sibyla miró sorprendido al predicador; el padre Manuel Martín palideció y tragó saliva: el discurso iba á ser mejor que el suyo.

Sea que fray Dámaso lo notara ó estuviese aún ronco, es el caso que tosió varias veces, poniendo ambas manos sobre el antepecho de la santa tribuna. El Espíritu Santo estaba sobre su cabeza, acabado de pintar, blanco, limpio, con las patitas y el pico color de rosa.

Excelentísimo señor (al alcalde), virtuosísimos sacerdotes cristianos, hermanos en Jesucristo! Aquí hizo solemne pausa, paseando de nuevo sus miradas por el auditorio, cuya atención y recogimiento le satisfacieron.

La primera parte del sermón debía de ser en castellano y la segunda en tagalo: loquebantur omnes linguas.

Después de la pausa extendió majestuosamente la mano derecha hacia el altar, fijando la vista en el alcalde; luego se cruzó los brazos lentamente sin decir una palabra, pero, pasando de esta calma á la movilidad, echó hacia atras la cabeza, señaló hacia la puerta mayor, cortando el aire con el bor de de la mano con tanto impetu, que los sacristanes interpretaron el gesto por un mandato y cerraron las puertas; el alférez se inquietó y estuvo dudando sobre si salir ó quedarse, pero ya el predicador empezaba á hablar con voz fuerte, llena y sonora. Decididamente la antigua ama era inteligente en medicina.

« Esplendoroso y relumbrante es el altar; el aire es el vehículo de la santa palabra divina que brotará de mi boca; oíd, pues, con los oídos del alma y del corazón para que las palabras del Señor no caigan en terreno pedregoso y las coman las aves del infierno, sino que crezcan y broten como una