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NOLI ME TÁNGERE

—No llores, hija mía-añadió volviéndose á ésta.-El padre Dámaso me ha dicho que ha llegado ya un pariente suyo de España... y te lo destina por novio...

María Clara se tapó los oídos.

—¿Pero Santiago, estás loco?-le gritó tía Isabel; -jhablarle de otro novio ahora! ¿Crees que tu hija muda de novios como de camisas?

—Eso mismo pensaba yo, Isabel; don Crisóstomo es rico... los españoles sólo se casan por amor al dinero... pero ¿qué quieres que haga? Me han amenazado con otra excomunión... dicen que corre gran peligro no sólo mi alma, sino también el cuerpo... ¿oyes? 1el cuerpo! ¡Pero tú no haces más que desconsolar á tu hija! ¿No es amigo tuyo el arzobispo? ¿Por qué no le escribes?

—El arzobispo también es fraile; el arzobispo no hace más que lo que los frailes le dicen. Pero María, no llores; vendrá el capitán general, querrá verte y tus ojos estarán encarnados. ¡Ay! iyo que pensaba pasar una tarde tan feliz! Sin esta gran desgracia todos me tendrían en vidia... ¡Oálmate, hija mía; yo soy más desgraciada que tú y no lloro! ¡Tú puedes tener otro no vio mejor, pero yo, yo pierdo cincuenta mil pesos! ¡Ay, Virgen de Antípolo! jsi esta noche al menos tu viera suerte!...

Detonaciones, rodar de coches, galope de caballos y los acordes de la música que tocaba la Marcha Real, anunciaron la llegada de S. E. el gobernador general de las islas Filipinas. María Clara corrió á escondere en su cuarto.

Mientras la casa se llenaba de gente, y fuertes pasos, voces de mando y ruido de sables y espuelas resonaban por todas partes, la atribulada joven se había arrodillado delante de la estanmpa de una