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NOLI ME TÁNGERE

¡Y se la darán! ¡Vaya si se la darán! Lo cree usted así, hermano?

—¡Pues no! Hoy por cualquier cosa la dan.

Estas y otras cosas más se decían en los conventos. Conduzeamos ahora al lector á casa de un particular, para que forme cabal idea de la impresión que produjo en Manila el famoso alzamiento de San Diego.

En el rico y espacioso salón de su casa de Tondo está Capitán Tinong, sentado en una butaca, pasandose las manos por la frente con ademán de desconsuelo, mientras que su señora, la capitana Tinchang, llora y le sermonea delante de las dos hijas, que oyen desde un rincón conmo vidas y en silencio.

—¡Ay! ¡Virgen de Antípolo! ¡Ay! Virgen del Rosario y de la Correa! ¡Estamos perdidos!-gritaba la mujer.

— Nanay!...- exclamó la más joven de las hijas.

—Ya te lo decía yo!-continuó la mujer en tono de recriminación.-¡Ya te lo decía yo! ¡La Virgen del Carmen nos socorra!

—¡Pero si tú no me has dicho nada!-se atrevió á contestar OCapitán Tinong.-Al contrario, me aconsejabas que frecuentase la casa y conservase la amistad de Capitán Tiago, porque era rico, y además me dijiste...

—¿Qué? ¿Qué te dije? ¡Yo no te he dicho eso, no te he dicho nada! Ay, si me hubieses escuchado!..

—Ahora me echas la culpa á mí!-replicó en tono amargo el marido, dando una palmada sobre el brazo del sillón.-No me decías que debía invitarle á que comiese con nosotros? ¡Abá!

—Es verdad que yo te dije eso, porque tú no hacías más que alabarle; don Ibarra aquí, don Iba-