—Satisfacción no reclamada, culpa confesada.
—En eso pensaba yo; usted ha puesto el dedo en la llaga.
—Es menester bien eso-observó pensativo el manco;-me temo que hay gato encerrado.
—Gato encerrado, eso, eso iba yo á decir-repitió la flaca.
—Y yo-añadió otra, arrebatándole la palabra; -la mujer de Capitán Tinong es muy avara... aun no nos ha en viado ningún regalo, á pesar de haber estado en su casa. Conque cuando una agarrada y codiciosa suelta un regalito de mil pesos...
Pero ges cierto eso?
—Y tan cierto! Se lo ha dicho á mi prima su novio, el ayudantc de S. E. Y estoy por creer que es el mismo anillo que llevaba la hija mayor el día de la fiesta. Va siempre llena de brillantes!
—Parece un escaparate andando!
—¡Una manera de hacer reclamo como otra cualquiera! El manco abandonó la tertulia dando un pretexto.
Y dos horas después, cuando ya todos dormían, recibieron la visita de la guardia civil... La autoridad no podía consistir que ciertas personas de posición y de dinero durmiesen en casas tan mal guardadas. En la fortaleza de Santiago y otros edificios del gobierno el sueño sería más tranquilo y reparador. Entre estas personas favorecidas estaba incluído el infeliz Capitán Tinong.
Se había olvidado de enviar otro anillo de mil pesos al manquito de la tertulia, que por lo visto era algún importante miembro de la justicia!...