Historias parecidas á las de Capitán Tinong eran perfectamente conocidas de Capitán Tiago.
El hombre rebosaba de gratitud, sin saber á punto fijo á quién debía tan señalados fa vores. Tía Isabel atribuía el milagro á la Virgen de Antípolo. Capitán Tiago no negaba el milagro, pero añadía: -Lo creo, Isabel, pero no lo habrá hecho únicamente la Virgen de Antípolo: mis amigos habrán ayudado también, y principalmente mi futuro yerno el señor Linares, que tiene mucha influencia.
Y el buen exgobernadorcillo no podía menos de bendecir su suerte y de considerarse el hombre más feliz del mundo, cada vez que ofa hablar acerca del proceso á que estaban sometidos los revolucionarios y sospechosos. Se cuchicheaba por lo bajo que Ibarra sería ahorcado, que si bien faltaban muchas pruebas para condenarle, últimamente había aparecido una que confirmaba la acusación: los peritos habían declarado que en efecto, las obras de la escuela podían pasar por una fortificación, si bien algo defectuosa, como no se podía menos de esperar de los indios ignorantes.
De igual manera que Capitán Tiago y su prima divergían en su opiniones, los amigos de la familia se dividían también en dos partidos, uno milagrero y otro gubernamental. Los milagreros estaban subdivididos; el sacristán mayor de Binondo, la vendedora de velas y el jefe de una cofradía veían la mano de Dios, movida por la Virgen del Rosario; el chino cerero, su proveedor, cuando iba á Antípolo, decía, por el contrario, abanicándose: -No siya osti gongong; Milingen li Antipulo esí.
Esí pueli más con tolo; no siya osti gongong[1].
- ↑ No sea neted tonto; es la Virgen de Antípolo. Esa puede más que tod08. No sea usted tonto.