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NOLI ME TÁNGERE

—Dos cartas de mi madre, dos cartas escritas en medio de sus remordimientos cuando me llevaba en sus entrañas! Ibarra sentía una horrible pena. Aunque él no lo creía, pocos momentos antes todavia abrigaba en su pecho una remota esperanza de ser feliz, que iluminaba débilmente su alma. Ahora aquella luz se había apagado definitivamente y su espiritu se había hundido en las más espantosas tinieblas.

María Clara prosiguió: -Ahora que sabes la triste historia de tu pobre María Clara, ¿te acordarás de ella con rencor?

—¿Con rencor?... ¡Tú no sabes lo que dices!...

¡Aunque me hubieses escupido y cruzado el rostro con un látigo como al más vil de los esclavos, te hubiera amado siempre!... ¡Y ahora te amo más que nunca!... ¡Desgraciado, errante, perseguido de la justicia y de los hombres, tu recuerdo no se apartará de mí!... Y si te llegas á casar con otro hombre, si te llegas á casar, María Clara... jojalá seas muy feliz!... Unicamente te ruego que te acuerdes alguna vez del pobre Ibarra, de aquel que cuando jovencito colocaba sobre tus négros cabellos coronas de sampagas llamándote su adorada Cloe!...

Crisóstomo prorrumpió en sollozos. Por las morenas mejillas de María Clara hacía tiempo que se deslizaban abundantes lágrimas.

—Jamás me casaré con otro hombre! Te lo juro!

—No sabes cuán feliz me haces en este momento, hermana mía, Clara de mi corazón!-exclamó Ibarra tendiendo los brazos á la joven, que permaneció en ellos medio desmayada algunos instantes.

—¡Dame u beso! María Clara le besó en la frente.