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JOSÉ RIZAL

308E RIZAL bustero; llamaré á todos los desgraciados, á todos los que tienen que vengar agra vios, á todos los que sienten anhelos de justicia. ¡No seré por esto criminal: nunca lo es el que lucha por su patria! ¡Si muero en la demanda, llevaré al menos el consuelo de haber hecho algo en provecho de mi país! ¿No me han condenado por filibustero? No han condenado á otros muchos inocentes? ¡Pues que al menos cuando me vuelvan á condenar que sea por algo! ¡Ay de los frailes! ¡No saben que con su conducta egoísta y tiránica están echando leña á la hoguera en que han de perecer! ¡No saben que cuando llegue el dia de las terribles represalias los bajarán al pozo como al pobre Társilo, los sujetarán al cepo y los matarán á golpes de bejuco, como ahora hacen ellos con los pobres indios! ¡Ah! ¡No habrá piedad entonces! ¡No habrá compasión!...

Ibarra estaba nervioso; todo su ouerpo temblaba.

Pasaron por delante del palacio del general y creyeron notar movimiento y agitación en los guardias.

—Se habrá descubierto la fuga?-murmuró Elías.-Acostaos, señor, para que os cubra con el zacate, por si nos ve el centinela.

La banca era una de esas finas y estrechas canoas que no bogan, sino que resbalan por encima del agua.

Como Elías había previsto, el centinela le paró y le preguntó de dónde venía.

—De Manila, de repartir zacate-contestó imitando el acento de los de Pandakan.

Un sargento salió y enteróse de lo que pasaba.

—Sulung!-díjole éste-te advierto que no recibas en la banca á nadie; un preso acaba de esca-