Ella guardó silencio, pero sus hermosos ojos expresaron bien claramente lo que sentía su alma.
A los pocos inetantes la enamorada pareja se dirigió á la azotea con el pretexto de ver unas flores, para departir con más libertad entre los pe queños emparrados.
Capitán Tiago sonreía satisfecho, haciéndose el distraido. La tía Isabel aparentaba estar muy atareada limpiando los muebles con un plumero, y también sonreía alegremente.
Has pensado siempre en mí? ¿No me has olvidado en tus viajes, en esas grandes ciudades donde, según dicen, hay mujeres tan hermosas?- preguntó la joven con acento insinuante.
Podría yo olvidarte?-contestó Ibarra contemplándose embelesado en las negras pupilas de su amada.-Podría yo faltar al juramento que te hice? Tu recuerdo me ha acompañado siempre, me ha salvado de los peligros; ha sido mi consuelo en los países extranjeros; tu recuerdo ha neutralizsdo el efecto del loto de Europa, que borra de la memoria de muchos paisanos nuestros las eeperanzas y las desgracias de la patria ausente. En sueños te veia en la playa de Manila, mirando el lejano horizonte, envuelta en la tibia luz de la naciente aurora; oía un lánguido y melancólico canto que despertaba en mi corazón adormecidos sentimientos y evocaba los primeros años de mi niñez, nuestras alegrías, nuestros juegos, todo el pasado feliz que apimaste mientras estu viste en el pueblo. Me parecía que eras el hada, el espíritu, la encarnación poética de mi patria. Podía olvidarte? Machas veces creía escuchar los acentos de tu voz, y siempre que en Alemania, á la caída de la tarde, vagaba por los bosques, poblados por las fantásticas creaciones de sus poetas y las misteriosas leyendas