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NOLI ME TÁNGERE

beres religiosos y cuidadoso de su buen nombre.

Un mes después de su llegada, casi todos los habitantes de San Diego se hicieron hermanos de la V. O. T., con gran tristeza de su rival, la Cofradía del Santísimo Rosario. Era un contento ver en cada cuello cuatro ó cinco escapularios y en cada cintura un cordón con nudos, y las frecuentes procesiones de fantasmas con hábitos de guingón[1]. El sacristán mayor, aprovechando este furor religioso, se hizo un capitalito vendiendo á los cándidos feligreses objetos milagrosos para salvar el alma y combatir al diablo. ¡El espíritu diabólico, que antes se atrevía á contradecir á Dios en su misma cara y á poner en duda sus palabras, habíase vuelto tan pacato que no podía resistir la vista de un relicario ó los nudos de un cordón!... Los frailes habían descubierto la manera de combatir al diablo y explotaban á maravilla su prodigioso invento. ¡No había bastantes tesoros en la tierra para pagar aquellos pedazos de trapo y aquellos cordones benditos, que devolvían la salud y aseguraban eterna!...

Como decíamos, el padre Salví era muy asiduo en el cumplimiento de sus deberes. Mientras predicaba-su fuerte era la oratoria-mandaba cerrar las puertas de la iglesia, y en esto se parecía á Nerón, que no dejaba salir á nadie mientras cantaba en el teatro. Castigaba con multas las faltas de sus subordinados, pues no era aficionado á pegar. También en esto se diferenciaba del padre Dámaso, que todo lo arreglaba á puñetazos y bastonazos, que propinaba riendo y con extraordinaria complacencia, Estaba convencido este último que sólo á palos se podía tratar á los indios; así lo había dicho un


  1. Tela azul.