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Acta de Pío XI

con las que concluimos las exhortaciones de Nuestra encíclica; a saber, [Jesús] después de haber construido murallas impenetrables alrededor de las almas de los niños, como expresa san Juan Crisóstomo, añadió: “Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños. Pues os digo que sus ángeles en el cielo contemplan continuamente el rostro de mi Padre en el cielo”[1]. Ciertamente estos Ángeles presentarán en el cielo al Señor todos los actos de caridad realizados por la generosidad de vuestros corazones en nombre de estos pequeños, quienes a su vez, obtendrán abundantes bendiciones para aquellos que se han desgastado en tan santa causa. Pronto celebraremos la anual solemnidad de Cristo Rey, cuyo reinado y cuya paz hemos anunciado al mismo tiempo que hemos rezado por ambas desde el inicio de Nuestro pontificado. Nos parece oportuno preparar esta fiesta con un solemne triduo por medio del cual imploremos del Dios de misericordias, consejos celestiales y regalos de paz. En promesa de esto, os enviamos venerables Hermanos así como a todo aquel que responda a nuestra llamada, la bendición apostólica

Dado en Roma, junto a San Pedro, a 2 de octubre, fiesta de los Santos Ángeles Custodios, en el año 1931, el décimo de Nuestro pontificado.

Referencias

  1. Mt 18,10.

Notas