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CANDIDO,
CAPITULO VII.
Que cuenta como una vieja remedió las cuitas de Candido, y como topó este con su dama.

No cobró ánimo Candido, pero siguió á la vieja á una ruin casucha, donde le dió su conductora un bote de pomada para untarse, y le dexó de comer y de beber; luego le enseñó una camita muy aseada, y al lado de la cama un vestido completo: Come, hijo, bebe y duerme, le dixo, y Nuestra Señora de Atocha, el señor San Antonio de Padua, y el señor Santiago de Compostela se queden contigo: mañana volveré. Confuso Candido con todo quanto habia visto, y quanto habia padecido, y inas todavía con la caridad de la vieja, le quiso besar la mano. No es mi mano la que has de besar, le dixo la vieja; mañana volveré. Untate con la pomada, come y duerme.

No obstante sus muchas desventuras, comió y durmió Candido. Al otro dia le trae la vieja de almorzar, le visita las espaldas, se las estriega con otra pomada, y luego le trae de comer: á la noche vuelve, y le trae que cenar. El tercer dia fué la misma ceremonia. ¿Quién es vm.? le decia Candido; ¿quién le ha inspirado tanta bondad? ¿cómo puedo darle dignas gracias?