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EL OLVIDO
Era el último bofetón; mi venganza estaba completa.
Ignoro qué efecto produjo en Laura.
Permanecía de pié, apoyada en la pared, temblando como una epiléptica, y horriblemente pálida; la luz de los faroles de la Ópera daba tintes extraños á su rostro.
Lo que sigue ya lo sabes.
Entré de nuevo en el vasto salon del baile, donde me hallaste á las dos de la mañana, con los ojos brillantes y tambaleándome como un ébrio. Pero - repetiré mis anteriores palabras - no estaba beodo porque no había bebido casi ... ¡en cambio sufría horriblemente!...
En la bacanal busqué el olvido, que encontré á veces. Después el recuerdo de Laura se borró para siempre, sin que haya vuelto á evocarlo hasta ahora, para demostrarte que aún esos inmensos dolo-