mi padre, mientras yo me retiraba á mi habitación á dar libre curso á mi llanto ... Arrojéme vestida en el lecho, sollozante, destrozada por los acontecimientos de aquel dia, y, vencida la materia por el rudo golpe sufrido, iba ya á dormirme, cuando sentí ruido en mi habitación: á la luz vacilante de la lamparilla, pude entonces ver á Alberto que se acercaba á mí atraido por mis ayes de profunda pena. No experimenté sobresalto alguno: comenzaba á ver en aquel hombre á mi esposo... ¿No nos habían unido, acaso, las últimas palabras de mi padre?.. Cuando llegó junto á mí, fijé en él mIs ojos bañados en lágrimas.
- ¿Lloras? me preguntó.
Contesté con un sollozo. El se arrodilló á la cabecera de mi lecho, y me tomó las manos, que yo le abandoné.. Nos miramos largo rato, diciéndome él palabras