destrozársele el alma, al palpar la realidad de la vida!...
Y no es solo eso.
He visto á muchos niños pasar horas enteras en silencio, con la frente pensativa y los ojos vagos: creo que son esas las señales esteriores de la meditación. ¿Qué los distrae? ¿qué los abisma? No lo sé. Pero quizá vislumbren el porvenir lejano con todas sus terribles tempestades; quizá piensen en lo que nosotros, hombres, no nos atrevemos á escudriñar. ¡Quién sabe!.. Estudiando á los niños se llegaría á comprender muchas cosas, porque el niño es, á veces, un filósofo. ¡Oh! No sonrias incrédula y burlonamente: él busca la causa y el por qué de todo lo que abarca su vista, y se remonta á veces hasta la causa primera, hasta el Dios...
- ¿Qué es Dios? me preguntaba uno de ellos.