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NOVELAS Y FANTASIAS
seguia se detuvo; secóse la frente empapada de sudor, y murmuró agitando la cabeza:
- ¡Está loco, está loco, decididamente está loco! ...
Luego, algo más tranquilizado, volvió hácia el cuarto, sacó la cabeza por el hueco que dejaba la puerta entreabierta, y preguntó, sin abandonar su actitud de retirada.
- ¿El señor almorzará aqui?
- ¡Si! dijo Juan adusto y cejijunto.
Todo marchó bien de allí adelante; el carpintero almorzó como un príncipe -no en su modo de sentarse á la mesa, se entiende, sinó en los manjares que devoró con apetito asombroso- y los criados iban ya perdiéndole el miedo. Al terminar estiró los brazos, bostezó, sirvióse un nuevo vaso de vino que bebió de un sorbo como buen gañán, y dijo: