Página:Obras de Bécquer - Vol. 2.djvu/161

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
155
¡Es raro!.

por la misma cuestión. Pero todos estos disgustos, y otros mil que es imposible detallar, los compensaban con usura la inteligencia y el cariño del perro, con el cual se distraía como con una persona en sus eternas horas de soledad y fastidio. Juntos comían, juntos descansaban y juntos daban la vuelta á la Ronda, ó se marchaban á lo largo del camino de los Carabancheles.

Tertulias, paseos, teatros, cafés, sitios donde no se permitían ó estorbaban los perros, estaban vedados para nuestro héroe, que exclamaba algunas veces con toda la efusión de su alma, y como respondiendo á las caricias del suyo:

— ¡Animalito! no le falta más que hablar.


II


Sería enfadoso explicar cómo, pero es el caso que Andrés mejoró algo de posición, y viéndose con algún dinero, dijo:

— ¡Si yo tuviese una mujer¡ Pero para tener una mujer es preciso mucho; los hombres como yo, antes de elegirla, necesitan un paraíso que ofrecerla, y hacer un paraíso de Madrid cuesta un ojo de la cara... Si pudiera comprar un caballo. ¡Un caballo! no hay animal más noble ni más hermoso ¡Có-