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MORALISTAS GRIEGOS.

espíritu, sea el conductor y como el ángel.custodio de un varón grave, de un anciano, de un ciudadano amante del público, de un romano, de un principe; á partirse de esta vida sobre la marcha, al mismo punto que oyere la señal de la retirada[1]. Nunca necesites de juramento ni de testigo alguno para ser creido. A más de esto, mantén un semblante placentero, indicio de un ánimo, que no necesita de ministerio exterior, ni de que otros le procuren su tranquilidad interior; es necesario, pues, que te mantengas sobre tí, no necesitando de otro apoyo.

Si en el discurso de la vida hallares algo más recomendable que la justicia, la verdad, la moderación, la fortaleza, y, para decirlo de una vez, de mayor aprecio que aquella disposición de ánimo, en fuerza de la cual uno se conforma gustoso con la recta razón en la práctica de sus acciones, y se contenta con las disposiciones del hado, que no dependen de su elección; si algo, digo, hubieres visto de mejor condición, abrazándolo con toda tu alma, goza enhorabuena de ese mayor bien. Pero, si nada se te presentare más excelente que ese tu espíritu ó numen en tu pecho consagrado, que es el que tiene á raya sus propios apetitos; que examina los pensamientos que se ofrecen á la fantasía; que se desprende de los halagos de los sentidos, como Sócrates solía decir; que se sujeta asimismo á los dioses, y que tiene cuenta con el bien del prójimo; si hallares, pues, que toda otra cosa es mucho menor y de menos[1] Marco Aurelio no se olvida que es Emperador cuando nos habla con voces militares: Esperar que toquen la retirada; erpedito para obedecer: la metáfora es muy recibida entre los antiguos.


  1. 1,0 1,1