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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

que en ello tenga parte la alabanza: y asi, el que sea alabado, no lo hace mejor ni peor. Esto mismo digo de lo que vulgarmente se llaman bienes: por ejemplo, de los efectos por naturaleza materiales y de las obras del arte. Lo que fuere, pues, realmente bueno, de nada más tendrá necesidad como no la tiene la ley, la verdad, la benevolencia y la modestia. Pregunto: ¿cuál de estas últimas cosas es buena por ser alabada ó por ser vituperada se vicia? ges de peor condición la esmeralda porque no la alaben? ¿se hace por eso menos apreciable el oro, el marfil, la púrpura, el puñal, la florecilla, el arbolito? A esta pregunta, si las almas duran por tanto tiempo, ¿cómo desde una eternidad caben ellas en el aire? puede satisfacerse con otra: ¿cómo después de una eternidad los cuerpos sepultados en la tierra pueden caber en ella? La razón de uno y otro es, porque como aquí la breve duración y disolución de los cuerpos, que después de alguna mutación sucede, hace lugar á otros, del mismo modo allí las almas traspasadas á la región del aire, después que por algún tiempo hubieren permanecido, se mudan, se disipan, se vuelven á inflamar, recibidas otra vez dentro de aquella mente, principio y fuente originaria del universo; y de esa manera las primeras hacen lugar á las que van viniendo después.

Esto, digo, podrá uno responder en la hipótesis de que las almas pcr largo tiempo permanezcan fuera del cuerpo. Pues por lo que toca á los cuerpos, se debe considerar, no sólo la muchedumbre de aquellos que son en esta forma sepultados, sino también la de aquellos animales que son diariamente comidos, tanto por nosotros como por otros vivientes. Y