parte se esmeran en perfeccionar su labor? &y tú
no querrás hacer los oficios propios de un hombre, ni te darás prisa en poner per obra lo que es conforme á tu naturaleza? Me responderás, ast es; pero también es necesario descansar. Conviene sin duda, y la naturaleza prescribió en esto su regla, como la ha escrito en el comer y beber, y tú, con todo, en esto último pasas más allá de lo que es regular y suficiente; y en lo que toca á tu deber, no lo haces así sino que te quedas mucho más atras de lo que pueden tus fuerzas. La razón es porque de veras no te amas á tí mismo, que si en realidad te amases, amarías tambien tu naturaleza y abrazarías sus dictámenes, visto que otros, teniendo pasión por sus artes, se consumen en el ejercicio de sus obras y descuidan de su aliño y aun de su sustento; más tú cuentas menos con tu naturaleza que un torneador con el arte de tornear; que un cómico con el teatro; que un avariento con la plata; que un ambicioso con la gloria; y éstos, una vez poseídos de semejante pasión, ni el dormir, ni el comer[1] estiman más que adelantar aquellas cosas á que se inclinan y de que se dejan arrastrar. Y á tí los oficios debidos á la sociedad te[1] Valerio Maxim. lib. vII, cap. VII, refiere de Carneades que era preciso que Melisa le hiciese alargar la mano hacia la vianda estando sentado á la mesa: y Livio, Histlib. xxv, cuenta de Archimedes, tan embebido en sus figuras matemáticas, que no sintió el ruido de los que se habían apoderado de la plaza Siracusana, y por lo mismo dice Cicde Finib., lib. v, §. 50. Quem ardorem studii censetis fuisse in Archimede, qui dum in pulrere quædam describit, ne patriam quidem captam esse senserit.