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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

otro trabajo de esta clase; porque allí la palabra ordenó quiere decir esto: que Esculapio dejó dispuesto el tal remedio para el tal enfermo, como conducente á la sanidad; y aquí sólo significa que lo acaecido á cada uno se dispuso en cierto modo y se dirigió á lo mismo que era oportuno al hado; pues asi debemos decir que estos respectivos sucesos nos cuadran y vienen bien, como suelen explicarse los artífices que las piedras cuadradas ajustan y vienen perfectamente á las murallas ó pirámides, armando entre si por su especial composición y estructura; supuesto que absolutamente es una la armonia y sistema de todas las cosas. Y á la manera que el mundo es un cierto cuerpo perfecto, que se compone de todos los otros cuerpos particulares, asi el hado viene á ser una cierta causa general, que consta y se perfecciona con todas las otras causas singulares.

Esto que digo lo entienden aun aquellos que son sumamente rudos é idiotas, porque dicen: « Esto lo llevaba el hado para ese tal. » Según eso, la tal cosa la llevaba el hado[1] para la tal persona, y para esta misma había sido ordenada con especial destino; y asi, debemos entender estas cosas que miraz al hado como aquellas cuando se dice: « Esculapio se[1] En todo este discurso lo que pretende concluir nuestro filósofo, no es otra cosa sino que la serie de las causas de suyo pedía que el tal sujeto en tal lugar, tiempo ó coyuntura le sucediese el tal acaso, al cual por esta razón llama congruente, connatural ó consiguiente al hado, á la Naturaleza, al sistema del universo. Todo esto podrá pasar hablando de los sucesos que no dependen de las causas libres; pero aplicada la doctrina á las determinaciones del libre albedrío, introducirá la necesidad y el optimismo, que no debemos admitir de ningún modo.


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