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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

sufrir aun al más cortés y urbano, por no decir que apenas habrá uno que pueda tolerarse á sí mismo.

Por lo que yo no veo qué cosa pueda darse que absolutamente sea digna de aprecio y atención de tal obscuridad y de tal basura, de tal flujo, ya de la materia, ya del tiempo, ya del movimiento y de las cosas movidas; antes bien, soy de opinión que debe uno consolarse á sí mismo con esperar su natural ruina y disolución, y no llevar á mal el que ésta se dilate, sino que debe aquietarse con estas dos solas consideraciones: la una, que nada me sucederá que no sea conforme á la Naturaleza del universo; la otra, que tengo yo en mi mano el no hacer cosa alguna contraria á mi Dios y á mi numen ó genio; puesto que nadie hay que pueda precisarme ó ofender mi propia divinidad.

En cada una de tus acciones particulares deberías preguntarte, en qué empleo ahora mi alma? y también examinarte de este modo; al presente qué cosa tengo en esta mi parte, que se llama la parte principal? en qué estado tengo presentemente mi alma? acaso en el de niño? de un mancebo? ó de una mumedio jercilla? por ventura en el de un tirano? de un jumento ?[1] ó de una fiera? Cuáles sean aquéllas cosas, que en el concepto del vulgo pasan por bienes, podrás colegirlo de esto que[1] A la pregunta que se hace M. Aurelio, podemos satisfacer con lo que dijo Séneca ep. 60 Hos, ut ait Salustius, ventri obedientes, animalium loco numeremus, non hominum.

8. Bern. in cant. serm. 34. Ipsis etiam bestiis bestialior est homo, ratione vigens, et ratione non vivens. S. Chrisost. sermde Ascens. Dom. Deterius est comparari iumento, quam nasci iumentum.


  1. 1,0 1,1