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MORALISTAS GRIEGOS.

naturaleza humana. De aquí es, que en ninguna de éstas tiene el hombre puesto su fin, y en ninguna se halla tal bondad que complete y perfeccione el mismo fin. Además de que alguna de las cosas dichas perteneciese al hombre, por cierto que no le estaría bien al mismo el que la despreciase[1], ni fuese contra ella: y así este mismo no seria digno de alabanza, dando señales de que no necesitaba de ellas, ni mucho menos sería tenido por hombre bueno el que en alguna de éstas se fuese á la mano; si es que existiesen, y fuesen dables tales bienes. Pero ahora vemos que cuanto más uno se despoja de éstas y otras cosas semejantes, ó con cuanta mayor paciencia lleva el que se las quiten, tanto más credito adquiere de hombre sabio y bueno.

Tu alma, ó sea mente, será tal, ni más ni menos, cuales fueren las cosas en que frecuentemente pensares; porque el alma queda imbuída y como[2] penetrada de sus ideas y pensamientos; imbúyela, pues, con frecuencia de los pensamientos de esta clase: por ejemplo, en donde quiera que se pueda vivir, allí mismo se puede vivir bien; es así que en el palacio si[1] El loable desprecio de los bienes, de suyo indiferentes, y la justa mortificación de los sentidos en el uso de ellos, pueden ser materia de la virtud, según sea la dirección de la prudencia: cono se verificaria cuando uno los despreciase por un fin honesto, y se abstuviese de ellos, para refrenar la rebrldia del apetito.

[2] Epicteto declare esto mismo con un simil obvio, libro 1, cap. III comparando el alma con un vaso de agua, herido de los ravos del sol; y las ideas, que penetran el alma, con los rayos dle aquella luz: la razón fisica es, porque según son las ideas, suelen ser los juicios prácticos, que determinan el alma á obrar.


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1