Página:Obras de los moralistas griegos. Marco Aurelio-Teofrasto-Epicteto-Cebes (1888).pdf/177

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
119
M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

poco momento, caducas, perecederas, vanas; todas .vienen de allá, de aquella mente común ó ya de propósito pensadas y dispuestas ó bien naturalmente consiguientes; así pues, la grande abertura de la boca del león, el maleficio y cuanto es nocivo como las espigas y el lodo, vienen á ser como unas adiciones ó apéndices naturales de los demás vistosos y hermosos efectos de la naturaleza, ni por eso te imagines que tales cosas sean indignas ó ajenas[1] de aquella mente universal á quien veneras; antes bien, contempla y reconoce por ellas el origen de todo lo existente.

Quien ha visto lo presente ya lo vió todo, no sólo cuanto sucedió desde la eternidad, sino también cnanto acaecerá por toda una infinidad de tiempo, puesto que todas las cosas son de una misma naturaleza y uniformes entre sí.

Considera muchas veces la mutua conexión que tienen entre si todas las cosas del universo y la relación de las unas con las otras; pues en cierto modo están entre sí enlazadas, y por este respecto se comunican amigablemente, y asi las unas son consiguientes á las otras, ya por el movimiento local, ya por la conspiración[2] y simpatía, ya por la unión de la materia.

[1] M. Aurelio quiere desvanecer la duda ó escrúpulo en que parece le metían los epicúreos cerca de la Providencia Divina, pretendiendo ser indigno de un Dios próvido la producción de muchas de las cosas que vemos por su naturaleza nocivas ó monstruosas é inútiles; asi discurrían estos tales, cuando la razón y tradición ensefñaban á los hombres que este mundo era obra de un Artifice supremo, del cual todo mana, ó pretendido ó permitido.

[2] Esta es un vinculo y enlace sagrado, que de todas


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1