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MORALISTAS GRIEGOS.

con nosotros; y que de tropel, por decirlo asi, se nos entran por los ojos: por lo cual conviene tener á mano esta consideración.

¿Por ventura llevas á mal el que seas de peso de esas tantas libras, y que no llegues al de trescientas? no te inquietes según eso, porque hayas de vivir hasta un determinado núnero de años y no puedas pasar más adelante; pues al modo que conviene contentarse[1] con el tamaño de la estatura, así también con la cuantidad del tiempo prefijado.

Insistamos en persuadir á nuestros prójimos, lo que sea justo y razonable, ni dejemos de hacerlo, bien que se resistan[2] cuando así lo pida el derecho de justicia; más si alguno, usando de violencia se te opusiese, vuélvete á tu ánimo plácido y tranquilo y aprovéchate de la resistencia para ejercitar otra virtud; y acuérdate que con la debida excepción emprendías el asunto y que no pretendías imposibles.

¿ Qué cosa, pues, era la que deseabas? Era este mismo conato: el cual consigues, aunque no tenga efecto aquello á que habías puesto la mira.

El que es ambicioso juzga por bien propio la acción ajena; el que es dado á los deleites cree que su bien consiste en el goce de sus pasiones; pero el que tiene juicio[3] conoce que en su proceder estriba toda su felicidad.

[1] Séneca reprende á los que no están contentos con sus dotes particulares.

[2] Si este aviso lo observasen aquellos, que tienen más autoridad para mandar que constancia y valor para hacerse obedecer y temer, no sucedería tan frecuentemente que á la desobediencia del súbdito se añadiese un uuevo desórden por la condescendencia del superior.

[3] Al verdadero sabio lo describe con perfección San


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1
  3. 3,0 3,1