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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

tos, porque las consideraciones de estas cosas purifican[1] á uno de las manchas de esta vida terrestre.

Es bello aquel lugar de Platón en donde dice: « Importa mucho á quien raciocine cerca de los hombres que contemple también, como desde una atalaya, lo que pasa en la redondez de la tierra, cada cosa en su género, los ejércitos, las labranzas, los matrimonios, las treguas ó pactos, los nacimientos y las muertes, el tumulto de los tribunales, los países desiertos, las diferentes naciones de gente bárbara, las fiestas, los funerales, las ferias, una total confusión, y por fin el universo, que se compone de cosas entre sí contrarias.»

Hace muy al caso el que uno considere los sucesos pasados y tantas conversiones de dominios, pudiendo con esto prever[2] lo venidero; porque sin duda lo que vendrá después tendrá absolutamente el mismo .aspecto, no siendo posible que salga de aquel orden con que se hace lo presente. De aquí es que viene á ser lo mismo el que uno observe por cuarenta años lo que pasa en la vida del hombre, que si lo observara por miles de años, ¿ pues qué más habría de ver? Observa lo que dice Euripides: « Lo nacido de tierra, en tierra cae; Vuelve al cielo lo que dél provino.)[1] La contemplación de esta gran fábrica del mundo, cuando se haga por un alma ilustrada con la gracia del Señor, la dispondrá para la limpieza de sus culpas; teniendo la mira en subirse por las criaturas, hasta parar en el Criador del universo.

[2] Dice lo mismo Plut., de El. Delphic.;que hay un arte de adivinar lo futuro por lo presente ó pasado.


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1