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MORALISTAS GRIEGOS.

abrasarse de calor y el sentirse con inapetencia; Cuando, pues, te veas desabrido por alguna de estas cosas, dí para contigo:- Hombre, mira que te dejas vencer del dolor! Mira bien, no sea que alguna vez te portes de tal suerte con los hombres inhumanos, cual suelen éstos tratar á los hombres.

¿De dónde nos consta si Sócrates haya sido mejor y de indole más excelente que la de un Telauges? Porque no basta saber que Sócrates murió con mucha gloria y grande valor; que disputaba ingeniosamente con los sofistas; que con gran paciencia sabía pasar toda una noche sobre el hielo; que habiéndole mandado prender á un ciudadano Salaminio[1], le pareció más justo el resistirse con bizarría, y que por las calles públicas andaba con fausto y arrogancia, aunque acerca de esto con razón puede uno dudar si fué verdad. Además, conviene considerar en qué disposición tenía Sócrates su ánimo, y si era capaz de contentarse con sólo el ser justo para con los hombres y religioso para con los dioses, no indignándose en vano contra el defecto de otro ni fomentando la imprudencia de alguno; no recibiendo, como cosa extraña, ó llevando como insoportable cualquiera disposición de la Providencia; no permitiendo, finalmente, que la mente consintiese en las pasiones del cuerpezuelo.

En la formación humana, la naturaleza no unió[1] Algunos intérpretes tuvieron por nombre propio el de Salaminio, el cual se llamaba León, hombre muy rico, á quien, injustamente, querían darle muerte los treiota tiranos que dominaban entonces en Atenas. Platón hace memoria de esto mismo, epist. 7., y Laerc., lib. 11.


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