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MORALISTAS GRIEGOS.

O todo cuanto dimana de un principio intelectivo se comunica después al mundo como á un cuerpo, y en esta suposición no debe parte alguna quejarse de lo hecho en utilidad del universo; ó bien los átomos son la causa principal, y entonces no será el mundo otro que una conmixtión y mera dispersión.

¿Pues por qué te aturdes? &Acaso dices á tu alma que está muerta y corrompida, que dice uno y hace otro, que vive y se alimenta brutalmente, y convierte en fiera?

Ó los dioses no pueden nada, ó pueden algo: pues si no pueden, ¿á qué fin les ruegas? y si pueden, ¿por qué no les suplicas más bien que te concedan el no tener algunos de éstos que se llaman males, el no desear alguno de éstos, que se reputan por bienes, el no sentir pena en alguna de esas que se tienen por adversidades, antes que pedirles que no suceda ó suceda alguna de estas cosas? porque si tienen poder absoluto para favorecer á los hombres, también en esto pueden ayudarles[1]. Pero acaso dirás, que los por lo que mira á no juzgar mal de nadie, excusando la intención cuando no se pudiere defender el hecho del prójimo.

[1] La misma razón enseñó á Marco Aurelio que el socorro del cielo se extendia hasta los senos más ocultos del ánimo, pudiendo Dios obrar en él con impedir, con moderar, con repeler los movimientos dirigir ó con suavidad ó con aspereza los afectos de la voluntad, según dicta la razón. Plutarco, viendo que los estoicos enscñaban por una parte que Dios podía ayudar en esto á la voluntad, y que por otra decían que Dios no daba la virtud á los hombres, pensó haberlos cogido oon la contradicción en la boca (De Štoic. Contrad. cap.XXVII); pero quizá ésta consiste en las voces y no en las sentencias. Sigue despues M. Aurelio arguyendo, no porque repruebe el que se pasiones del apetito, y


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