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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

abstienes de caer en ciertas faltas, con todo, tienes en tu interior[1] una tácita disposición para hacerlas, bien que por cobardía, ó por el qué dirán, ó por otro fin siniestro dejes de incurrir en semejantes delitos.

En quinto lugar, que tú no estás bien cierto y seguro si ellos pecan ó no, porque muchas cosas se ejecutan por vía de providencia, ó sea razón de economía[2], y sin duda es necesario enterarse primero se dicit respiciens testem, non conscientiam.» Séneca, De Ira, lib. 1, cap. xIv. Hor., sátir. 3: Vitia habes alia, etiam haud fortassè minora.

[1] La sentencia dice dos cosas muy al caso: la una, que atendiendo cada uno á su flaqueza, hará bien en ser antes benigno que severo con quien comete alguna fragilidad, y más ignorando si le sucederá igual desgracia, lo que confirma Aristót., De Rhet. ad Alexand., cap. XXXVII; la otra, que la virtud no está absolutamente en dejar de hacer una acción mala, ni la injusticia en abstenerse precisamente de hacer injuria, sino en no querer hacerla, por más que pueda , llevado del amor del bien.

[2] La economia de que habla M. Aurelio, muy usada entre los filósofos antiguos, pide mucha cautela para que no degenere en vicio. Ella consiste en una acción lecha con buen fin, pero no siempre sin alguna apariencia de mal á los ojos del vulgo. No es necesario manifestar el intento, siendo de suyo constante y claro que si la acción es por sí misma coutra la ley natural, ó absolutamente ilícita, toda economía será una prevaricación verdadera; mas si sucede que el hecho sólo en lo exterior tenga visos de malo, y por las circunstancias ocultas á los que lo miran, y bien meditadas por quien lo ejecuta pueda referirse á mayor bien, podrá cohonestarlo la economía : ni deberán los que lo miran condenar lo que no entienden, sino pensar que algún bien oculto es el resorte que mueve á obrar con una irregularidad aparente. Quien quisiere ver esto confirmado con varios ejemplares, lea el Gatakero, el cual cita á Origenes, San


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