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MORALISTAS GRIEGOS.

Se alegró interiormente mi corazón[1].

A la virtud insultan[2] con denuestos.

Es propio de un loco buscar[3] higos en el invierno: cerca le va aquel que clama por el hijo perdido, cuando ya no se lo restituirán jamás.

Epicteto persuadía á un padre que estaba besando á un hijo chiquitito, para que dijese dentro de sí: tal vez morirá mañana.-jAh, que eso es un mal agüero!

—Nada, respondió Epicteto, de cuanto significa un cfecto natural puede ser cosa infausta, sino es que tengas por mal agüero el que las espigas hayan sido segadas.

La uva verde, la madura y la pasa, todas son mutaciones, no en la nada, sino en lo que entonces no existe aún.

Es sentencia de Epicteto que la voluntad no está expuesta á ladrones.

Decía el raismo Epicteto que debía uno aprender el arte de dar su consentimiento. Y á los impetus de las pasiones, convenía poner mucha atención para obrar con la reserva debida, con el fin de que las acciones miren al bien público y para que tengan por objeto el mérito correspondiente á cada cosa; y así es igualmente necesario abstenerse en un todo del deseo como de la aversión á nada de cuanto no penda de nuestro arbitriopor lo que toca[1] Este es un emistiquio de Homero, Od. t, v. 413, en donde Ulises se alegra de ver que había burlado al Ciclope con su nombre oúteç.

[2] Alude al verso que trae Hesiodo, lib. 1,Epy, v. 184.

[3] Con esta especie de proverbio: 2oxov zeyuovoc (ntetv, conjetura DAcier que M. Aurelio se consolaba en la temprana muerte de su hijo Vero.


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1
  3. 3,0 3,1