esa divinidad que en tí tienes, ni temieses al mismo tiempo el morir alguna vez, sino el no haber empezado jamás á vivir conforme lo manda la Naturaleza, vendrías á ser un hombre digno de ese mundo[1], ó sea de ese Dios que te produjo, dejarías de ser huésped en tu misma patria, no admirarías como cosa inesperada lo que sucede cada día, y por último, no estarías pendiente de la tal y tal cosa.
Dios ve todos los espíritus desnudos de esos vasos materiales, de esas cortezas y basuras del cuerpo; porque con sola su mente, ó sea virtud intelectiva[2], llega á conocer todas aquellas cosas que de él mismo dimanan[3] y traen su origen. Y si tú te acostumbrases á hacer esto mismo, cercenaríias muchas de tus distracciones; pues aquel que no pusiere la mira en la carne de que está rodeado, ni mucho menos[4] pensare en el vestido, en la casa,[1] Los Estoicos reputaban al mundo por un Dios tamaño, á quien deseaban imitar, debiendo seguir al Dios verdadero.
[2] En estas palabras póvo to tauros veepo se contiene un tratado entero de teología, cuando se habla sobre la ciencia de Dios é inquiere el medio en el cual conozca todas las criaturas. Nada se hallará que disuelva más pronto la dificultad, como el asegurar con M. Aurelio que la virtud 6 perspicacia infinita de Dios hace que vea todo lo presente y futuro.
[3] Los Estoicos procedían en el error de que el alma racional era inóotáv tiva Oco0", ó como dice Cicerón, Tusc., libro 1v: Humanus animus decerptus ex mente divina; no admitiendo la creación de los espíritus, que tenian por un vapor, por una exhalación de aquel imaginado Dios de la Estoa, de donde emanaban, según era su inodo de opinar.
[4] El intento de M. Aurelio, según nota DAcier, se reduce á que el alma sólo debe apreciar la virtud, sin hacer mucha estima de los bienes sensibles.