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MORALISTAS GRIEGOS.

la misma justicia; pero en lo que mira á los acontecimientos exteriores, persuádete, ó bien sucedan ellos por acaso, ó por providencia, que no por eso debes quejarte de la fortuna, ni menos echar la culpa á la Providencia. La segunda, el que reflexiones cuál es cada uno desde su concepción[1] hasta.el tiempo de animarse y desde la animación hasta restituir el alma; como también de qué partes se compuso y en cuáles se disuelve. La tercera, que si levantado en alto y con espíritu elevado considerases atentamente las cosas humanas y comprendieses cuánta es su diversidad, observando al mismo tiempo cuánto es también lo habitado por todas partes de vivientes aéreos[2] y etéreos, verías al fin, por más veces que te remontases, que son de un mismo aspecto y de breve duración aquellas cosas sobre que fundas tu vanidad.

Echa fuera de tí esa aprensión, y con eso te preservarás de todo mal; pues quién podrá impedir el que te sacudas de ella?[1] Era uno de los errores estoicos que el feto no se animaba hasta el mismo punto en que saliendo del útero materno, empezase á respirar libremente, según consta de Plutarco, de Plac. Philos., lib. v, cap. xv, y refiere Tertuliano, de Anim. cap. xxv. Prescindiendo ahora de las varias opiniones que hay sobre el tiempo de la animación, sólo opondré á la sentencia de los Estoicos la autoridad de Lactancio, de Opific., cap. XVII: Anima non est (quod Varro dixerat) aër ore conceptus; quia multo priùs gignitur anima, quám concipit aër po8sit. Non enim post partum insinuatur in corpus, ut quibusdam philosophis (Stoicis scil.) videtur, sed post conceptum protinus, cùm fætum in utero necessitas divina formavit.

[2] Vé aquí una paradoja enseñada por los Platónicos y sin duda por los Estoicos acerca de los vivientes ó demonios etéreos, aéreos, acuátiles y terrestres.


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1