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MORALISTAS GRIEGOS.

dados es el primero que alaba el vino; y siempre al lado de su merced, le dice: ¡Con qué delicadeza comes! y tomando alguna cosa de la mesa: Qué cosa tan exquisita! Le pregunta si tiene frío; si quiere que le añadan más ropa, y sin aguardar más, lo abriga. Al decirle estas cosas, se le arrima al oído hablándole entre dientes. Si conversa con los demás, es sin apartar los ojos del adulado. Cuando van al teatro, quita al criado las almohadas, y él mismo se las mulle coloca. Le pondera el gusto y excelencia con que su casa está fabricada y su campo bien plantado; y si le retratan, afirma que la pintura le es perfectamente parecida. En conclusión, es de ver cómo el adulador lo dice y hace todo según cree que complacerá á otros.


III.

DE LA LOCUACIDAD.


La locuacidad es profusión de largos é inconsiderados discursos. EI locuaz, pues, ó hablador, es de este modo: sentándose junto á otro á quien no conoce, y muy arrimado á él, lo primero que hace es un largo elogio de su propia mujer; después le expone el sueño que ha tenido aquella noche. Sucesivamente le encaja uno por uno los platos que le sirvieron en la cena; y cebado ya en la conversación,