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XXXVII
M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

de datas, solamente nos permiten asegurar que desde el año 166 hasta el 169 se dió un gran número de batallas, las más con ventaja de los Romanos, pero en una fué vencido y muerto el prefecto del Pretorio, Furio Victorino. No fueron menores en número los tratados de paz que se entablaron, siendo propio de aquellos bárbaros pedirla en viéndose arrollados, como romperla después que el enemigo se retiraba. Vero la promovía eficazmente, pareciéndole admisibles todas las condiciones que le facilitasen el re greso á las delicias de Roma. Con que M. Aurelio hubo de contentarse con fortificar las fronteras de la Italia y de la Illiria y ponerlas á cubierto de las incursiones del enemigo.

Volvían juntos á Roma y en un mismo carruaje los dos hermanos, cuando Vero fué asaltado de un insulto de apoplejía ; sangráronle y le transportaron á Altino, ciudad poco distante; allí murió á los tres días, sin haber recobrado el uso de la lengua, en la fresca edad de treinta y nueve años, el de Cristo 169.

Capitolino, con razón, trata de sacrílegas las sospechas esparcidas contra Marco con la ocasión de esta muerte: más cuajaron las que hubo contra Lucilla, rabiosamente indignada contra el marido por su incestuoso comercio con la propia hermana Fabia, que, engreída con él, maltrataba á la cuñada Lucilla.

A Marco Aurelio le sobraban motivos para no sentir la muerte del hermano, que sólo causaba embarazos y mortificación; y cuando dió gracias al Senado de los honores divinos que á petición suya le había concedido, no tuvo reparo en decir que desde aquel día fijaba en cierto modo la data de su imperio, desprendido de un colega cuya negligencia era de