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EPICTETO.—MÁXIMAS.

en las cosas menores. Por ejemplo: si se derrama tu aceite ó te roban el vino de tu cueva, haz esta reflexión di en ti mismo: «A este precio se compra la y tranquilidad y la constancia.» En efecto, nada se adquiere de gratis, y necesariamente nos ha de costar alguna cosa. Haz lo mismo cuando llamas á tu criado; piensa que no está pronto á tu voz y que cuando lo esté, puede ser que no haga nada de lo que desees que haga. Eea lo que fuere, no permitas jamás que tenga el poder de enojarte y de-turbarte el espiritu cuando él quiera.

XIX.

No se te dé nada de que el pueblo te tenga poi extravagante porque desprecias las cosas exterioresni tampoco afectes el parecer hombre suficiente. Si por suerte sucede que se haga algún caso de ti, desconfía entonces de ti mismo. Porque es extremamente difícil el dejarse llevar de lo exterior y conservar en sí una resolución conforme á la naturaleza y modo de vivir que te has propuesto; y no puede ser que se haga lo uno, sin olvidar lo otro.

XX.

Si quieres que tus hijos, tu mujer ó tus amigos vivan siempre, has perdido el entendimiento. Porque es querer que dependa de tí absolutamente lo que no depende en manera alguna, y que lo que es ajeno te pertenezca. Asimismo, si pretendes que tu