Página:Obras de los moralistas griegos. Marco Aurelio-Teofrasto-Epicteto-Cebes (1888).pdf/418

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
360
MORALISTAS GRIEGOS.

XXV.

Si por acaso algún cuervo vuelve á graznar, no te cause alteración. Haz luego en ti mismo esta reflexión. «No grazna por mí este cuervo; puede ser que sea por mi cuerpo ó por el poco bien que poseo, ó por mi reputación, ó por mis hijos y mi mujer: cuanto á mi no hay nada que no me sea presagio de dicha, porque á mí sólo me toca sacar provecho y utilidad de cuanto sucediere.»

XXVI.

Puedes ser invencible, si nunca emprendes combate de cuyo suceso no estés seguro y sólo cuando sepas que está en tu mano la victoria.

XXVII.

Cuando veas á alguno promovido á dignidades ó favorecido ó acreditado, no te dejes llevar de la apariencia ni digas que es dichoso. Pues la verdadera tranquilidad de espíritu consiste en no desear sino lo que depende de nosotros mismos: no ha de causarnos celos ni envidia el lustre de las grandezas. No has de tener ambición de ser Senador, Cónsul ni Emperador; conviene que cuides solamente de ser libre.

En esto se han de terminar todas tus pretensiones; un solo medio hay para alcanzarlo, que es menospreciar todo lo que no depende de nosotros.