Página:Obras de los moralistas griegos. Marco Aurelio-Teofrasto-Epicteto-Cebes (1888).pdf/466

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
408
MORALISTAS GRIEGOS.

después traerlo á la convalecencia y á la salud. Pero si él no obedeciese á los mandamientos del médico, con razón desechado, moriría de la enfermedad.

—Eso bien lo entiendo, dije yo.

—Pues de la misma manera acaece en lo de la Doctrina, que cuando uno viene á ella, cúralo, y dale á beber de su vigor para que se purgue y despida de sí todos los males que trajo cuando vino.

—¿Qué males son esos?

— La Ignorancia y Error, que le dió á beber el Engaño, la Presunción, la Codicia, la Disolución, la Cólera y la Avaricia, con todos los demás males de que se empapó en el primer cercado.

—Pues cuando ya está bien purgado, ¿dónde lo remite?

—Allá dentro, dice, á la Ciencia y á las demás Virtudes.

—Cuáles son ésas?

—¿No ves, dice, dentro de la puerta un coro de mujeres? ¡Mira qué buen rostro muestran tener! ¡Qué bien compuestas! Qué honesto traje tienen y cuản sencillo! ¡Mira cuán poco aparato tienen; cuán sin ningún afeite eştán! no como aquellas otras.

—Ya las veo, dije; ¿pero cómo se llaman éstas?

—La primera, dice, se llama la Ciencia y las demás son sus hermanas, la Fortaleza, la Justicia, la sana Bondad, la Temístocles, la Modestia, la Iäberalidad, la Continencia y la Mansedumbre.

—Oh joyas hermosisimas, dije yo, y cómo nos dais grande esperanza!

—Sí, dijo él, si lo entendiereis é hiciereis hábito en lo que habéis oído.

—Estaremos muy atentos, dije yo.