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CLXII
Obras de Shakespeare.

La exteneión indebida del dicho atribuído á Ben Jonson, de que Shakespeare carecta de arte, y las alabanzas de las actores en razón á que su colega nunca borraba lo que uaa vez había sentado en el papel, son, pues, los fundamentos de la, sin razón ninguna, extendidisima opiaión de que Shakespeare escribfa sin método ni sistema, y quejustamente la carencia de sistema producía las exceleneiasy las extravagancias de todos sus escritos; á lo cual no contributa poco su facilidad y su ningin cuidado en reoisar y corregir.

No es verdad que Shakespeare DO revisase ni corrigiese.

No hay más que comparar el primer Hámlet con ei segundo (de los dos conocidos, si efectivamente hubo tres); la primera forma del Romeo y Julieta con ia segunda, y el Henrique VI con la Contienda entre las dos famosas casas de Yorke y de Lancáster y la Verdadera tragedia de Ricardo, para convencerse del incesante cuidado, incesante iaboreo y exquisito juicio con que Shakespeare revisaba sUB producciones.

Y, si es verdad que no borrara lo que una vez habla estampado en el papel, semejante hecho no prueba que nohubiese elaborado mucho, sino que no tomaba la pluma hasla que todo en su entendimiento estaba firme é inmutable. Asi, ningún arquitecto cambia el edifcio que todosven; pero es porque en los planos, trazados en el gabineta donde no penetra el público, bosquejó primero, modıficó después, y, por último, delineó con ya segura mano desde los cimientos Essta la ornamentación.

Y la prueba de ue el mueho estudio perfeccionó las grandes facuitades del Poeta, se ve en el heeho de que sus mejores producciones son las últimas. Samuel Johnson, trae sobre esto un notabilisimo pasaje; del que parece mentira que no sacara la consecuencia naturat de que SEALE-