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Obras de Shakespeare.

castigo y perdurable diafrute de la criminalmente adquirida posesión; y que, por último, imfundiéadole faisas esperanzas on quiméricos y fantásticos imposibles, le presto alientos sobrehumanos para correr á su ruina[1].

· ¡Que sagacidad la de Shakespeare en dar al favor de las ctrcunstancias lanto lugar en su tragedia grandiosa! Quien como Macbeth no puede morir á manos de ningún nacido de mujer, ni basta que venga en contra una selva, parece un sér exento de las leyes de la humanidad, autorizado, como si dijéramos, para toda clase de violencias é injusticias, y cuyos más opresivos desafueros puedea producir espanto, pero nunca degunerar en horror.

Macbeth es la última de las grandes tragedias de SEAKE Shakespeare. Eatré la creación de El Mercader de Venecia y la de esta gran tragedis mediaron muchos años...; pero el sistema es siempre el mismo. La comedia de E Mercader se distingue por una que pudiéramos llamar encantada frescura juvanil, miensras que el Macbelh se agiganta con toda la virilidad y la riqueza propia de la fuerza de la edad madura.

. Hay en ella además an importantfsimo pregreso. El inlujo de las cirenastancias es en los otros dramas una pasivičed favorable-6 adversa-que la pasión utiliza, ó contra la cual lucha, pero que no inluye directamente sobre las determineciones de la voluntad. En Macbeth juega principalísimo papel la infuencia de una personalidad sobre otra personalidad; y, tanto, que açaso sin la n-


  1. Hermann Ulrici, á quien también sigo en esle análisis crillea concede realidad objetiva é la intervención de las brujas. Créolas, sin embargo, simple corporización de un simbolismo sobjetivo. La poesia no puede presentar abstracciones, sino imégenes, porque la imagınación sólo piensa en imágeues, y por eso Shake- Steare da cuerpo aliolujo de lus cireunstancias,