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Obras de Shakespeare.

XL!V OBA AG DE Shakespeare.

ningún modo conocidos los de aiquiler, los vanidosos, endebles ó perezo80s iban á caballo á todo negocio ó diversión distante. Muchos, pues, se trasladaban asf al teatro; y, cuando Shakespear vino á Londres huyendo de un proceso criminal, su primer recurso fué esperar á la puerla del teatro y tenerles los caballos hasta el fin de la representación á los que no ltevaban lacayos. Distinguióse tanto Shakespear en este ofcio por su esmero y rapidez, que al poco tiempo todos los que se apeaban llamaban á Guillermo Shakespear, y apenas á ninguno otro mozo se le confiaban caballos mientras se podía contar cou Guillermo Shakespear. Esta ocupación faé la alborada de mojor fortuna, Encontrándose Shakespear con más caballoa de los que podía cuidar, asalarió chiquilles que bajo su inspección los guardasen; y éstos, no bien lamaban á Guillermo Sbakespear, se presentaban inmediatamente diciendo: «Yo soy chiquillo de Shakespear, caballero. Con el tiempo balló Shakespear mejor colocación; pero, mientras siguió la costumbre de ir á caballo al teatro, los mozos que teniaa los caballos conservaroa el nombre de chiquillos de Shakespear.n Contra esta historia de los caballos bay manifiesta oposición entre la mayoría de los comentadores,-más acaso que por su improbabilidad, por el deseo de no ver empleado en bajas ocupaciones al venerado Poeta inglés.

Asf jeuánta diligencia derrochada en eseudriñar los documentos contemporáneos, impresos y manuscritos, para averiguar si algún escritor de entonces hace indicaciones respecto á la costumbre de ir á los teatros á cabalio, ó bien á la práctica de guardar las bestias á las puertas de tos coliseos durante las boras de la representación!

. Algunos escritores satíricos de aquel tiempo bromean por irse á las representaciones sobre agua (en barcos);