Página:Obras poéticas de Campoamor.djvu/42

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oculta cada diamante,
bella Felisa, un tesoro!
 
 Vertiendo dulce sonrisa,
no ocultes los ojos bellos,
porque te dirán con risa
que ya leyeron, Felisa,
tus pensamientos en ellos.

 Embebecida y errante
vagas con planta insegura,
cual si escucharas amante
el céfiro susurrante
que entre tus bucles murmura.

 Ya sé que en este momento
las niñas en dulce calma
oyen, con turbado intento,
cosas que murmura el viento
y escucha gozosa el alma.

 Ya sé que el cielo abandonan
los ángeles, y que hermosos
de luz su frente coronan,
y dobles himnos entonan,
de su hermosura envidiosos.

 Sé que en sus ojos se encantan,
y que en torno se revuelven;
acentos de amor levantan;