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con que á las tiernas esposas
el aura nocturna halaga.

 Si trovas no están rompiendo
tus sueños, como hasta aquí,
los romperá el dulce estruendo
de algun pecho que gimiendo
esté, Felisa, por ti.

 Y unos sones muy callados
oirás cruzar por los cielos,
sin que causen, acordados,
ni á otras hermosuras, celos,
mi á otros amantes, cuidados.

 Y á cada momento, hermosa,
en grata ilusion tranquila,
podrás probar amorosa
la dulce miel que destila
el dulce nombre de esposa.

–oo–
Tu risa.


 Agite placentera
 la risa veleidosa,
 como el aura lijera,
 tus mejillas de rosa.
 Descienda fugitiva