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Cuentos y narraciones

pero la hierba enrojeció sus delicados pies y no pudo soportar los pinchazos de los guijarros. Nastia la sacó nuevamente de aquel atolladero. Le tomó medida del pie y se fué á escape al campo encargando á un pastor que le hiciese un par de zuecos. Al otro día, cuando los rayos del sol no habian disipado aun las tinieblas de la noche ya estaba despierta Lisa. Todos dormían en la casa. Nastia esperó en la puerta á que pasase el pastor. Sonó el cuerno y los aldeanos comenzaron á desfilar ante la casa señorial. El pastor entregó á Nastia un par de diminutos zocos, y recibió en recompensa medio rublo. Lisa se vistió sin hacer mido dió á Nastia instrucciones referentes á Miss Jackson, salió por la puerta falsa y después de cruzar el huerto se halló en pleno campo.

Los primeros arreboles del amanecer iluminaban el oriente y un grupo de doradas nubes parecía esperar I llegada del sol como los cortesanos la del monarca; la claridad y la pureza del cielo, la frescura del ambiente, el perfume de las flores, la suave caricia del viento y ol gorjeo de los pájaros, hicieron que el corazón de Lisa rebosase juvenil alborozo. Temiendo encontrarse con algún conocido, no andaba, sino que volaba y solo al acercarse al bosquecillo que servía de límite á la finca paterna, acortó el paso, porque era allí donde debía esperar á Alejo. Su corazón latía con violencia sin saber por qué. El riesgo que siempre acompaña á nuestras empresas juveniles constituye su mayor encanto. Lisa penetró bajo los árboles y el murmullo de éstos pareció darle la bienvenida. La alegria de la joven se calmó y se fué poniendo pensativa.

Pensó... pero ¿acaso es posible decir con certeza en que podía pensar una muchacha de 17 años sola en un bosquecillo, á las seis de la mañana de un dia de primavera? Caminó buen trecho, sumida en reflexiones, cuando de pronto un hermoso pe-