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la cocuyera.

Un incauto cocuyo
Revolaba brillando,
Ya del prado á la selva
Ya de la selva al prado:
Libre cual mariposa
Hendiendo el aire vago,
Liba en vírgenes flores
Jugos almibarados:
Ora explende, ora oculta
Del fósforo inflamado
La luz á que no cabe
Color acomodado.
¡Cómo vuela invisible!
Lucero es ya bien claro:
Sí presto se oscurece,
Presto ilumina el campo.
En vano los mancebos
Le siguen anhelando,
Con teas encendidas,
El placer de tomarlo;
Pues revolando en torno
Al silbo suave y blando,
Vuelve la luz en niebla,
Se pierde entre las manos:
Y en la frondosa copa
De un florido naranjo,
Opaca luz despide
Dejándolos burlados.
Entonces Nina bella,
Gloria y honor del campo,
Envidia de las flores,

Delicia de su amado,
Toma la cocuyera,
Que con curiosas manos
Labró en felices dias
Su tierno enamorado;
Y en alto suspendiendo
Tan bellísimo encanto,
La mueve, y mil cocuyos
Alumbran encerrados.
«Baja, le dice, baja,
Que en mi amante regazo
Cafias dulces te ofrezco,
De cañutos dorados:
Dormirás en mi alcoba
Mi aliento respirando;
Serás de mis amores
Confidente sagrado.»
El fúlgido cocuyo,
Plácido susurrando,
Vuela, desciende y toca
Sobre sus mismos labios;
Probó la miel hiblea,
Con que amor ha endulzado
Los divinos claveles,
Honor del cutis blanco.
Del nuevo prisionero
Celébrase el hallazgo,
Y en la prisión contento
Brilla que es un regalo...