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CAPITULO III
DE COMO EL JUEGO CAUSA LA RUINA Y DESGRACIA DE UNA FAMILIA
« Querido padre:
« Comprendo su estado de aislamiento, y por ello padezco bastante; quisiera estar á su lado para endulzar algun tanto sus sufrimientos.
« Como Vd., tambien deploro la disoluta vida de Alfredo con toda mi alma; nada me es dado intentar para sacarlo de su lastimoso estado; pena me da el decirlo, pero mi hermano hace una vida que es para vergüenza nuestra; cuando no está detenido en la Policía, vésele vagar de un lado á otro, asechando la ocasion de encontrar algun conocido ó desprevenido á quien estafar.
Hace seis dias le dí una levita, no se la ha